El Parque Nacional de Lençóis Maranhenses, literalmente las sábanas de Maranhao en Brasil, puede parecer a primera vista un desierto clásico. Una inmensa extensión ondulada de arena blanca, esculpida por el viento, que se extiende hasta el horizonte. Pero no es un espejismo: es el desierto de los mil lagos de Brasil: un lugar donde las dunas, de hasta 40 metros de altura, se alternan con lagunas de un azul claro, alimentadas exclusivamente por las lluvias tropicales.
El Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses está situado en el estado de Maranhão, en el nordeste de Brasil, y ocupa una superficie de más de 1.500 km². A diferencia de los verdaderos desiertos, aquí las precipitaciones son abundantes: caen unos 1.200 mm de lluvia al año, concentrados en los meses comprendidos entre enero y mayo.
Y es esta peculiaridad climática la que da lugar a uno de los espectáculos naturales más fascinantes del planeta.
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Las hojas de Maranhao entre los mil lagos de Brasil
El nombre se inspira en el aspecto del paisaje: las dunas blancas y efímeras recuerdan grandes sábanas desplegadas al viento, moviéndose suavemente sobre la superficie de la tierra. Una imagen perfecta para describir la atmósfera surrealista de este lugar.
Las dunas desérticas de los mil lagos ondulan en líneas perfectas, como pliegues de un tejido inmaculado. Y de repente, entre una ola de arena y otra, aparecen lagunas transparentes que reflejan el cielo como espejos de agua encantados.
Hay miles de ellas. Azules, verdes, profundas o apenas visibles, nacende la lluvia y desaparecen con el primer sol de agosto, dejando sólo el recuerdo de una abundancia efímera. Un milagro tropical que desafía la lógica de los desiertos y reinventa el concepto mismo de paisaje.
El desierto de los mil lagos de Brasil no es sólo un destino para visitar, sino un paisaje para habitar durante unos días, con los pies descalzos y la mente despejada. Llegas a Barreirinhas, subes a un 4×4 que parece enfrentarse a la nada, cruzas el río Preguiças y entras en otro mundo: un espacio de silencio, luz y agua. No hay nada parecido en ningún otro lugar.
El secreto del Desierto de los Mil Lagos de Brasil
¿Cómo es posible que haya tantos lagos y lagunas en un desierto brasileño?
La pregunta surge al contemplar, casi con incredulidad, las aguas cristalinas enclavadas entre dunas tan altas como colinas. De hecho, lo que hace que los Lençóis Maranhenses sean tan extraordinarios es precisamente este contraste: un entorno que tiene la apariencia de un desierto, pero el corazón de una tierra de agua.
Sin embargo, el fenómeno es cualquier cosa menos misterioso. Es perfectamente natural y el resultado de un equilibrio climático único.
A diferencia de los verdaderos desiertos -donde las precipitaciones son casi inexistentes- el Parque Nacional de Lençóis Maranhenses recibe más de 1.200 mm de lluvia al año, concentrados en unos pocos meses, entre enero y mayo. Durante la temporada de lluvias, el agua se infiltra en las dunas y se acumula en las cuencas más profundas, formando lagunas temporales.
El secreto del Desierto de los Mil Lagos reside en el subsuelo impermeable: una base de roca compacta y arcillosa impide que el agua de lluvia se disperse. Así, las cuencas se llenan, como cuencos naturales, y dan origen a una infinidad de lagos efímeros, transparentes, apacibles, cálidos, de tonos que van del verde esmeralda al azul glacial.
Con el paso de los meses, entre agosto y noviembre, el sol y el viento empiezan a secar las lagunas. Algunas desaparecen por completo, otras quedan reducidas a charcos, y sólo las más grandes consiguen perdurar hasta el año siguiente. Es un ciclo milenario que transforma un mar de arena en un archipiélago de agua.
Este espectáculo efímero hace que cada visita sea única: ningún paisaje es idéntico al del año anterior. Los contornos cambian, las lagunas se desplazan, la arena se moldea bajo la presión invisible del viento.
Los brasileños lo saben bien: la belleza aquí no es estable, es una aparición, un batir de alas. Y precisamente por eso merece la pena perseguirla.
Cuándo, cómo y dónde visitar los Lençóis Maranhenses
El desierto de los mil lagos del Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses está situado en el nordeste de Brasil, y la ciudad base más accesible es Barreirinhas, a unos 260 km de São Luís, la capital del estado de Maranhão. Desde aquí parten excursiones guiadas en 4×4 y en barco por el río Preguiças.
Para experiencias más auténticas y menos masificadas, también puedes optar por:
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Santo Amaro do Maranhão: de más difícil acceso, pero cerca de algunas de las lagunas más espectaculares y prístinas.
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Atins: un pueblo en la desembocadura del río, perfecto para los amantes de la naturaleza salvaje, las playas desiertas y el kitesurf.
Dónde ir: las lagunas más bonitas (y grandes)
Las lagunas se encuentran principalmente en la parte central y oriental del parque, donde la forma de las dunas permite que se acumule el agua de lluvia. He aquí algunas de las más conocidas y espectaculares:
Lagoa Azul del desierto brasileño
Cerca de Barreirinhas, es una de las lagunas más visitadas del Desierto de los Mil Lagos de Brasil. Sus aguas pueden tener hasta 2 metros de profundidad y se extienden varios cientos de metros entre las dunas. Perfecta para un primer acercamiento al parque.
Lagoa Bonita el más profundo de los mil lagos
Famoso por el mirador: desde aquí puedes ver dunas y lagunas hasta donde alcanza la vista. La laguna es profunda y larga, con aguas de colores intensos. Se llega a ella mediante una caminata por los desiertos de los lagos brasileños que incluye subir una empinada duna, pero el esfuerzo merece la vista.
Lagoa da Esperança
Uno de los más largos del parque Lençóis Maranhenses (cerca de 1 km), está situado entre Barreirinhas y Santo Amaro. Es más profundo que los demás y no se seca del todo ni siquiera en la estación seca, lo que lo convierte en un buen punto de referencia incluso fuera de temporada.
Lagoa da Gaivota de Santo Amaro

Cerca de Santo Amaro, se considera una de las lagunas más fotogénicas y mejor conservadas. Hasta 3 metros de profundidad, con aguas color esmeralda. Al atardecer se convierte en pura poesía.
Lagoa das Emendadas
No se trata de una única laguna, sino de una cadena de masas de agua que se unen durante la estación lluviosa, creando un conjunto continuo y surrealista. Está situada en la zona central de los Lençóis Maranhenses y se puede llegar a ella mediante excursiones más largas y desafiantes por el desierto de las mil lagunas, a menudo desde Santo Amaro.
Cuándo ir
La mejor época para visitar el Desierto de los Mil Lagos de Brasil es de junio a septiembre, cuando las lluvias de la estación húmeda (enero-mayo) han llenado los valles entre las dunas, creando hasta 90.000 lagunas efímeras.
Durante el verano austral (diciembre-marzo), las lagunas tienden a secarse, dejando el desierto desnudo.
Consejos prácticos
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No puedes viajar solo por el Desierto de los Mil Lagos de Brasil: es obligatorio entrar con guías o excursiones autorizadas por el Parque de Lençóis Maranhenses
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Es indispensable llevar calzado cómodo, una mochila ligera, crema solar y agua.
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Alojamiento: Barreirin tiene la oferta más amplia, Atins es más rústico, Santo Amaro más salvaje pero muy cerca del corazón del parque.
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Excursiones recomendadas: desde Barreirinhas busca las excursiones «Lagoa Azul + Lagoa Bonita», mientras que desde Santo Amaro pregunta por las excursiones a Gaivota y Emendadas.
Visitar el desierto de los mil lagos de Brasil para descubrir la belleza efímera
Caminar descalzo sobre la arena caliente del desierto, bañarse en una laguna cristalina bajo el sol tropical, contemplar la puesta de sol mientras el viento mueve las dunas… es una experiencia que va más allá del turismo. Los Lençóis Maranhenses son un lugar de transformación interior, donde el tiempo se ralentiza, los pensamientos se aquietan y la belleza se apodera de todo.
Es un paisaje que recuerda a los desiertos africanos, pero vibrante de agua y vida, en un frágil y perfecto equilibrio que sólo puede existir aquí, en este remoto rincón de Brasil.
El descubrimiento del desierto de los mil lagos en los Lençóis Maranhenses de Brasil noes sólo una escapada a la naturaleza, sino una inmersión en un mundo paralelo donde el agua y la arena coexisten en perfecto equilibrio. Un lugar que cuestiona incluso el significado de la palabra «desierto».

